Dones para Liderar

La valorización de las condiciones innatas que poseemos facilita la vinculación de nuestras vidas en el entorno social. Nuestra naturaleza social distingue nuestra existencia. La grandiosa estructura interna nos fortalece como seres racionales, cuya inteligencia poderosa puede vislumbrarse en cada instante.
A través de la cognición podemos procesar lo que sentimos, lo que pasa a nuestro alrededor en el acontecer diario. Cognición deriva de cognoscere, que es conocer. Ulric Neisser (1928-2012), psicólogo alemán, en el año 1967 denominó a la cognición como el conjunto de procesos mediante los cuales la información sensorial entrante es transformada, reducida, elaborada, almacenada, recordada o utilizada.
Cada persona está dotada de cognición, tiene la capacidad de procesar la información y lo puede hacer a través de la percepción. Al percibir puede atender, puede memorizar y puede aprender, pone en marcha lo que se considera los procesos cognitivos básicos y también los procesos cognitivos complejos, como el pensamiento, el lenguaje y la inteligencia.
La percepción ocupa un lugar central en el mundo cognitivo. Algunos la consideran la raíz del mismo, o la fuente o el pilar desde donde parten los demás vínculos. De hecho, atención y percepción son procesos estrechos; incluso hay corrientes académicas que sostienen que la atención es una propiedad de la percepción que permite seleccionar eficazmente la información relevante.
Ante un estímulo externo se elabora y organiza una representación que le da significado. La percepción nace de la interacción física que se da entre el medio y el organismo, a través de los sentidos. Las personas ven el mundo conforme a cómo lo perciben. La percepción impacta en todas las funciones cognitivas y su alcance puede involucrar a las emociones y a los sentimientos.
Un estímulo puede interpretarse de distintas maneras. Y si ante el mismo hay dos o más personas, el mundo cognitivo de esos seres entra en acción y es factible la aparición de percepciones diferentes. Se considera el hecho de percibir como un proceso simple, inmediato y que no exige esfuerzo. Entonces ante un estímulo concreto y en una situación concreta, en donde haya dos o más personas, puede suceder que existan distintas percepciones, hecho que se puede transformar en complejo, reflexivo y con una dosis de esfuerzo para aunar algún criterio en común, si el caso lo amerita.
Ante la avalancha de estímulos externos nuestra estructura cognitiva vive grandes desafíos. ¿En qué mundo vivimos?, ¿dónde está focalizada nuestra atención?, ¿hacia dónde dirigimos nuestra percepción?, ¿qué percepciones predominan en nuestros días?, ¿en qué sociedad creemos vivir?, ¿cómo utilizamos nuestra cognición natural para desarrollar nuestra vida y para convivir socialmente?
Es extraordinario el andamiaje interno que poseemos, tan grande como la libertad que reina para utilizarlo. Transformar, reducir, elaborar, almacenar, recordar y utilizar, todo eso se puede hacer ante un acontecimiento. La experiencia de vida es importante, ella puede influir cabalmente en el andamiaje cognitivo.
¿Hay un paralelo cognitivo desde el punto de vista social?, y si existiera o nos atreviéramos a generar una comparación de nuestra condición natural con el tejido societario del cual formamos parte, ¿qué se percibe socialmente?, ¿qué temas son los que acaparan la atención social, son los verdaderamente relevantes para la ciudadanía o sólo están impuestos por algunos interesados?, ¿qué tipo de memoria caracteriza a nuestra sociedad?, ¿la ciudadanía, qué almacena y qué deja olvidar?
La sociedad necesita del aporte de la inteligencia de cada ciudadano, la suma de la utilización constructiva de las mismas es la que permitirá enormes beneficios colectivos. La utilización inteligente de los dones naturales hará posible la concreción de todo lo que la comunidad se proponga.